Si nunca antes habías escuchado sobre la crianza consciente, te aconsejamos tener a la mano papel y lápiz para tomar nota de cómo podemos ser más respetuosos y conscientes en la educación de quienes más amamos en este mundo: nuestras hijas e hijos.
La crianza consciente es una manera diferente de educar sobre cómo lo hemos venido haciendo desde hace muchísimo tiempo atrás, donde el adulto es el experto y los niños son quienes deben obedecer las órdenes.
Es aquí, donde la crianza consciente invita a los padres y a sus hijos a vincularse y crecer de la mano, porque el ser padres y adultos no significa que el aprendizaje ha culminado, al contrario, representa un nuevo camino por conocer.
La crianza consciente puede que no sea una tarea fácil, porque implica cambiar nuestro chip, debido a que durante siglos hemos sido educados bajo órdenes, condiciones, castigos y amenazas que hemos guardado en nuestro ADN y, cuando le hemos dicho a nuestro hijo, por más de 10 veces, que se ponga la chamarra para salir y no lo hace, puede ser más sencillo pegar un grito que respirar y controlarnos.
Así que, ¿por dónde empezar? Te lo platicamos:
- Autoanálisis. Para iniciar es importante observar, ¿por qué nos irritamos? Y, ¿en qué momento del día es más común llegar a nuestro punto límite para enfurecer y gritarle a nuestros hijos? Dedica un momento de tu día para pensarlo, analízalo y escríbelo en una libreta; probablemente seas una persona bastante ordenada y el que tu hijo no devuelva las cosas a su lugar, sea un tema que te irrite; de igual manera, quizá eres más propensa o propenso a enfurecer en las noches por el cansancio del día. ¡Toma nota de la situación!

- Trabaja la paciencia. Para establecer una excelente conexión con nuestras hijas e hijos, los gritos no serán el mejor camino para lograrlo. Respira antes de actuar. Ten en mente que tu hijo es un niño a quien le toca hacer lo que corresponde a su edad, en el descubrimiento del mundo desde sus propios sentidos y pensamientos, su comportamiento es normal, así que el cómo lo gestionas, es lo que hará el cambio y: ¡No te desesperes! La práctica hace al maestro y a la maestra.
- Establece límites. Probablemente te cueste trabajo definir límites con tus hijos, porque como adultos, muchas veces no conocemos nuestros propios límites. Por ejemplo, podríamos establecer límites de acuerdo a la integridad física, psíquica y emocional de nuestros hijos, con la finalidad de que crezcan de manera asertiva y desarrollando su máximo potencial en la vida. Así que, imaginemos lo siguiente, cuando llegue la hora de hacer la tarea o de estudiar y tu hijo no quiera, puedes preguntarte, ¿la educación y aprendizaje están relacionados con la integridad física, psíquica o emocional de mi hijo? A partir de los límites establecidos puedes formular las preguntas y tener una respuesta concreta. Transmite siempre de forma asertiva y clara.
- Siempre con respeto. Habrán muchísimas ocasiones en donde tus límites no sean aceptados por tus hijos, eso les molestará porque en su fase egocéntrica, esos límites son un obstáculo para conseguir lo que quieren. Establece los límites de forma educada y conectada, haciéndolo cumplir aunque no estén de acuerdo. El amor que le tenemos a nuestros hijos es tan grande que los gritos no deberían ocurrir, debemos criar con amor y respeto.
- Sé el ejemplo. No hay nada mejor que actuar bajo las mismas palabras con las que educamos, si deseas que tu hijo tenga confianza en ti, en que debe creer en tus palabras y en la crianza con la que lo educas, debes predicar con el ejemplo y no contraponerte con tus acciones a lo que le pides que haga.
Al criar a nuestras hijas e hijos con respeto, conexión y consciencia, sin dejar de lado los límites, creamos un efecto dominó, donde ellos, a su vez, lo replicarán con sus hijos, cambiando la manera de crecer y evolucionar como humanidad. Vale la pena el esfuerzo, ¿no lo crees?